En el mercado dominical de San Pedro La Laguna, Sololá, los clientes que abarrotan esa comunidad indígena del occidente de Guatemala ya no portan bolsas de plástico. Allí, la vanguardia está en la tradición: los productos se entregan en hojas de árbol de plátano.
Esta medida, adoptada legalmente en 2016 tras una consulta con el pueblo, prohíbe y multa el uso de popotes y bolsas de plástico con el objetivo de preservar el Lago Atitlán, que se había convertido en un vertedero de basura.
Ahora, el pan lo guardan en servilletas tejidas por artesanas de la región, la carne, pescado o quesos los envuelven en hojas de plátano y los artículos que compran en el mercado lo cargan en canastas tejidas con palma. Además, no usan popotes ni ningún derivado del plástico que pueda dañar al medio ambiente y tienen un programa de reciclaje y recolección de residuos.
Los pescadores recopilan al año entre 600 y 700 costales plásticos que flotan en el lago y luego los reciclan para acabar con la basura.
Esta medida ha tratado de ser revertida por las empresas productoras del plástico al considerarla anticonstitucional, sin embargo no lo han logrado.
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