Lesly Curup tiene 26 años y lleva dos cargas pesadas en la espalda: ser mujer y ser indígena. A pesar de eso, se levanta todos los días con la intención de desafiar las estadísticas que desfavorecen a las mujeres mayas de Guatemala.
POR KIMBERLY LÓPEZ, 5 MARZO 2020
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—El genocidio no me lo enseñaron en la escuela.
Así es como Lesly empieza el relato de por qué se propuso ser socióloga.
Todavía estaba en la secundaria cuando llegaron a sus manos libros que contaban detalles horribles del genocidio guatemalteco. Una historia que nunca escuchó de la boca de sus maestros, ni en ninguna de las aulas por las que pasó.
Se enteró de las más de 200,000 personas asesinadas y desaparecidas. La mayoría de ellas, según documentan los informes, fueron indígenas.
—Ahí empezó todo. Quise estudiar más sobre eso, quise saber de historia, quise leer sobre los pueblos indígenas, nuestras comunidades, quise saber más y buscar la forma de aportar.
Hoy, está a un paso de convertirse en socióloga. Impulsa una organización de mujeres tejedoras en San Juan Sacatepéquez y también lidera la Universidad Maya Kaqchikel.
Lesly tiene 26 años, es mujer y es indígena.
El 41.6% de los guatemaltecos pertenecen al pueblo maya. El país es uno de los más desiguales de la región. El 20% de la población es analfabeta, mortalidad infantil (22 mueren por cada 1 mil nacidos) y malnutrición (el 49.8% de los niños sufre de desnutrición crónica), especialmente en la población indígena.
Por eso Lesly se dice afortunada.
“A pesar de todo, tengo privilegios”
—Tal vez tuve suerte de tener un papá que ha apoyado mi educación desde siempre. Pero he visto que otras mujeres están solas, he visto mujeres indígenas cercanas a las que les toca trabajar desde pequeñas. A pesar de todo, tengo privilegios. En general la educación no es accesible para las niñas. De mis compañeros de básicos fui de las pocas que llegó a la universidad—, reflexiona.
Lesly tenía 21 años cuando se unió a la Red Ixoqi’ y hoy es una de las dos mujeres que lideran ese organización, que acompaña y asesora a mujeres tejedoras de San Juan.
En el idioma Kaqchiquel, Ixoqi’ significa Mujeres. La red que lleva ese nombre es un proyecto que lucha contra la pobreza en Guatemala a través del empoderamiento de uno de los sectores más vulnerables de la sociedad: las mujeres indígenas.
Una mujer tejedora produce una prenda después de más de un mes de trabajo y de un gasto de Q600 en insumos y materiales. En cambio, algunas pequeñas empresas producen más de 60 tejidos diarios, con menores costos de producción, a través de métodos industriales.
Con esa competencia, el oficio ha dejado de ser rentable para cientos de mujeres que viven de los tejidos artesanales y que buscan independencia económica a través de ese trabajo.
Empezaron a organizar talleres de formación sobre los derechos de las mujeres y capacitaciones para que las mujeres tejedoras puedan producir y vender el producto por sí mismas, sin necesidad de intermediarios que reduzcan sus ganancias.
—Hemos estado trabajando mucho con ellas para apoyarlas en su independencia económica y nos hemos encontrado con el machismo. Las mujeres siempre tienen que pedir permiso a los esposos o llevar a sus hijos, siempre—, relata.
Lesly está documentando toda la trayectoria de la Red Ixoqi’ en su tesis de graduación para obtener el título de licenciada en Sociología, en la Universidad de San Carlos.
—A veces las personas me ven con mi traje y me tratan de vos. Me dicen mija. Si tenemos oportunidad de hablar y conocernos y escuchan que estoy en la universidad cambian la forma de tratarme, pero hasta que me conocen. Es el racismo—, explica.
—¿Para ti, qué implica ser mujer indígena en Guatemala?
—Ser mujer indígena es tener que luchar mucho más para dar la talla. Dar la talla en el trabajo, dar la talla en la familia, como esposa, como estudiante. Es tener dos cargas encima. Ser mujer y vivir con el machismo desde la familia.
Y también ser indígena y encontrarse con personas que creen que tenemos menos capacidades que los demás. Tenemos que enfrentarnos a un trato grosero, a que asuman que tenemos capacidades distintas. A esforzarnos el doble para destacar en ciertas áreas.
Lograr el funcionamiento de la Universidad Maya Kaqchikel también es una de las luchas de Lesly.
La Universidad Maya Kaqchikel es una alternativa de educación universitaria para jóvenes indígenas que no pueden pagar una universidad privada o no pudieron ingresar a la Universidad de San Carlos.
Funciona desde hace 8 años (en San Juan empezó en 2016) con 7 sedes en todo el país. Aún no está inscrita formalmente pero opera con el aval de la Universidad Evangélica Nicaragüense, Martin Luther King Jr. (UENICMLK).
Hay más de 200 estudiantes inscritos que aportan Q175 mensuales y pueden elegir entre las carreras de Sociología o Administración de Empresas. O bien, tomar cursos de inglés o Kakchiquel.
Ella es catedrática de varios cursos. Por ahora su meta es terminar la universidad y seguir trabajando en proyectos de desarrollo local.
—Yo aspiro a algún día poder ocupar un cargo público para hacer un aporte más directo. Me gustaría ocupar un cargo en San Juan Sacatepéquez, pero eso será muy a futuro—, dice.
Desde su experiencia, Lesly revela la mejor fórmula para burlar las miles de dificultades que enfrentan las mujeres indígenas en el país. A falta de oportunidades, la organización entre mujeres.
—Todas podemos integrarnos, organizarnos. Tenemos que entender que si nos unimos, todas, sí podemos hacer cambios. Podemos incidir—, concluye.
Visto en: https://nomada.gt/
Gracias a Lesli por su valentia y su alegria en sus estudios sociologicos. Por la dignidad humana muestra su posicion clara de lucha . Nos insta a conocer la historia, la de cada lugar…para no olvidar, entender y a vanzar.