Liliana Villatoro, 13 de marzo de 2023

Guatemala no cuenta con mecanismos concretos para garantizar la participación paritaria en cargos de elección popular durante el proceso electoral 2023, tampoco hay reformas que establezcan cuotas de género. Sobre estas y otras limitaciones que enfrentan las mujeres, conversamos con la diputada Sonia Gutiérrez Raguay y con Steffany Figueroa, investigadora de Red Ciudadana.

Solo algunas guatemaltecas tuvieron derecho al voto antes de 1945. Después de ese año se aprobó para aquellas que supieran leer y escribir castellano y 20 años más tarde se aprobó el sufragio universal. La participación de ellas ha sido escasa, su participación se ve obstaculizada por condiciones estructurales y dinámicas patriarcales, entre otras. Ante ello pueden implementarse acciones afirmativas como el aseguramiento de cuotas de género o la paridad.

Un estudio de Red Ciudadana, en el que Steffany Figueroa fue investigadora principal, encontró que Guatemala es el único país en Latinoamérica que no tiene reformas encaminadas a las llamadas democracias paritarias.

«Es una investigación mayormente cuantitativa, se identificaron hallazgos preocupantes que dan una noción de la realidad del país», indica Steffany, quien agrega ejemplos de la región centroamericana donde el único país sin medidas concretas es Guatemala.

La presencia de las mujeres en puestos de toma de decisiones se refleja en los tres poderes del Estado y también en las municipalidades. «La participación de las mujeres es poca y las que se encuentran dentro de estos puestos se encuentran relegadas a roles de género o a puestos de no poder», indica Steffany comentando las cifras reflejadas en el estudio de Red Ciudadana.

La exclusión que se ha hecho de las mujeres y con mayor severidad, de las mujeres mayas, xincas y garífunas, es evidente en esas cifras. En las elecciones de 2007 sólo hubo ocho diputadas mujeres electas por listado nacional y 11 por distrito electoral, un total de 19 mujeres y 120 hombres en aquel entonces.

Actualmente ,de las 160 curules en el Congreso de la República, solo 31 son ocupadas por mujeres, lo que representa apenas un 19.2% . De ellas, solamente tres son mujeres mayas. No hay representantes garífunas, ni xincas.

La participación política de las mujeres se refiere a las maneras en que las ciudadanas participan o no, a cómo se materializa su derecho fundamental a la participación democrática.

Sonia Gutiérrez, quien se identifica como mujer maya poqomam indica que «la mayoría de partidos políticos nos ve a las mujeres únicamente como rellenos, no nos están viendo como aquellas sujetas de derechos que al igual que los hombres también tenemos que participar en política».

La diputada anota también que la visión patriarcal que impera en la mayoría de partidos políticos y en la legislación actual no ayuda a incentivar la participación de las mujeres y que a esto se agrega el tema del racismo que incide para bloquear espacios de participación.

Para Sonia esta es su primera experiencia ocupando una curul en el Congreso. «A nosotras nos exige la sociedad que tenemos que demostrar esas capacidades, a nosotras sí nos cuestionan si estamos preparadas para el cargo, no así al otro género», comenta. «Se nos expone y se nos exige y se nos cuestiona. No es lo mismo que un diputado o que una diputada estemos ejerciendo, hay connotaciones distintas y eso hace que la participación política para las mujeres tenga mayor complejidad», añadió.

Según Sonia, que haya presencia de mujeres en el Congreso no es garantía de un ejercicio político con perspectiva de género: «Muchas veces se reproduce ese sistema patriarcal porque el partido político, quienes han financiado las campañas así se los han pedido».

El «techo de cristal» o «el suelo engomado» son dos términos que se usan para referirse a aquellos obstáculos que enfrentan las mujeres a diferencia de los hombres. Sumado a esto, la racialización que se hace de las personas se traduce en prácticas excluyentes y discriminadoras que tienden a negar derechos.

«En un clima de un poderío absoluto que la clase política tiene dominando el país y no es la excepción el Congreso de la República, se agudizan más este tipo de expresiones», comenta Sonia.

Para Steffany, no se trata solamente de los prejuicios y roles de género que actúan como barrera a la participación política de las mujeres, sino cómo está conformado el sistema electoral y cómo funcionan los partidos políticos tradicionales. A eso se suma la violencia de género.

Los mitos contra la paridad

Cuando se intenta hablar de paridad o de cuotas, surgen mitos o frases comunes que tienden a simplificar una realidad.

Para Steffany es importante distinguir entre la representatividad descriptiva y sustantiva. «La primera es a la que se pretende llegar con las cuotas de género, pero es necesaria la sustantiva», indica. Es decir que se trabaje sustantivamente en temas de interés para el sector de mujeres.

En 1999 se aprobó la Ley de dignificación y promoción integral de la mujer, donde se menciona la promoción de mecanismos para lograr la participación plena. 24 años después no existe un mecanismo concreto que asegure la participación de las mujeres.

En 2021 fue recibida la iniciativa de ley 5893 Ley de Paridad, Alternancia e Inclusión de los pueblos indígenas. Fue presentada al pleno ese mismo año. «Se trasladó a la comisión de asuntos electorales, que nunca le ha puesto atención y no ha habido ningún tipo de dictamen», indica Sonia.

«Fueron varias diputadas las que la presentamos, fue un esfuerzo colectivo. Cuando habemos mujeres y coincidimos en ese mismo objetivo, en un tema en común, nos respaldamos», indica Sonia, quien asegura que otras iniciativas similares han sido presentadas en legislaturas anteriores. «No creo que esta legislatura la vaya a conocer por los mismos rechazos que genera dentro del mismo congreso».

Según el Censo 2018, las mujeres constituyen el mayor porcentaje de la población. También son mayoría en el padrón electoral. A pesar de ello la aprobación de medidas que garanticen su participación a través de cuotas o mediante la paridad sigue estancada.

Un estudio de Onu Mujeres y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (Desa) indica que de mantenerse el actual nivel de progreso, se necesitarán hasta 140 años para alcanzar la representación equitativa en los puestos de poder y liderazgo en el lugar de trabajo, y al menos 40 años para lograr una representación igualitaria en los parlamentos nacionales a nivel mundial.

Sonia Gutiérrez indica que no se pueden hacer cambios sin involucrarse en política, además de anotar que las condiciones que vive la población limitan su participación. «No les alcanzan los recursos y otros son expulsados por la migración no están pensando en política porque primero tienen qué ver que les llevan al estómago a sus hijos, a sus familias. Son realidades que hay que conocer»

Steffany Figueroa indica que la paridad no solo tiene que ver con el diseño electoral, sino con la democracia: «no podemos hablar de democracia si no hay representación y si no hay mujeres, pueblos indígenas y personas de la diversidad representadas en los espacios de toma de decisión».

Visto en: plazapublica.com.gt