Yuliana Ramazzini, 29 de febrero de 2024
Es la dueña de «Pirata, Discoteca Móvil», o mejor dicho, la administradora. El negocio fue idea de su hijo, migrante en Estados Unidos desde hace tres años. Doña Flori —como se hace llamar— lo apoyó para cumplir su mayor deseo: comprar el equipo de sonido. Ahora ella es DJ y acreedora de la deuda que financió el emprendimiento. También trabaja a tiempo completo en diferentes oficios y cultiva verduras para vender y poder comer. El dinero no sobra. Lo que inicia como una historia excepcional, es en realidad la regla misma en la administración de remesas.
Es sábado 25 de noviembre de 2023 en el salón Cristmaya de Quetzaltenango, está a punto de celebrarse una graduación.
Una tarima de medio metro de altura da la bienvenida al salón, frente a ella, una estructura de metal sostiene dos tiras de tres bocinas cada una. Son grandes y evidentemente pesadas, pero dos listones atados con un nudo casero fue suficiente para sostenerlas.
«¿Lo que sostiene las bocinas es listón de pelo?» – «Sí, es de pelo», responde como quien confía plenamente en sus métodos.
En el travesaño, entre los globos que lo adornan, hay ocho luces que se encienden intermitentemente en colores vivos que iluminan las mesas. Sobre el piso, cuatro bocinas del alto del escenario, colocadas en fila.
Al fondo del montaje, en la esquina, casi como escondida a propósito, hay una mesa de plástico cubierta con un mantel de nylon. Encima, una tornamesa y una computadora. Aún más escondida, está Florinda Sacalxot Chiché, una mujer maya quiché de 48 años que se presenta como Doña Flori. Se coloca los audífonos mientras prepara la pista del Rey Quiché, presiona algunos botones en la tornamesa, y da inicio a la graduación que Pirata Discoteca Móvil va a amenizar.
Todo el equipo está funcionando a tope y pone el ritmo a la fiesta, pero hay algo que contrasta, ella no es la DJ habitual que acapara la atención. Para ella, es su hijo Byron Benjamín quien debería robarse el show, es el dueño de todo el equipo. A través de una videollamada y por unos minutos, lo trae a Guatemala para que presencie virtualmente lo que han logrado.
Lo «que él ha logrado», recalca.
En el cantón Xecaracoj se encuentra la vivienda de la familia de Florinda, cuya infraestructura ha sido mejorada gracias a las remesas que enviaba su esposo y ahora su hijo. / Laura Garcia
La bendición
El occidente del país es una de las regiones con mayor recepción de remesas. Datos del Instituto Guatemalteco de Migración confirman que en 2023, de 83,865 guatemaltecos retornados, 33,479 pertenecen a esos departamentos.
Las familias enteras que se quedan en Guatemala esperan las remesas —también llamadas la bendición— que envían sus seres queridos migrantes cada mes. No se trata solo de dinero, sino de lo que implica recibirlo: el logro de cruzar las fronteras y producir en aquel país al que migraron muchos otros familiares y conocidos. Es un milagro, una bendición.
Con algunas excepciones, la decisión de quién debe partir para poder proveer concluye en que debe ser alguno de los hombres de la familia. Para doña Flori esto ya es tradición. Su esposo se fue a principios de los 2000 y unos años después de que regresó, Byron Benjamín (así se refiere su madre a él durante toda la entrevista, con los dos nombres) dejó el hogar siguiendo los pasos del padre.
En el cantón Xecaracoj, a unos cuatro kilómetros del centro de Quetzaltenango y a la vuelta de la única escuela del lugar, se encuentra una colorida fachada de la que cuelga un rótulo gigante. Está un poco sucio, es el polvo de la calle que sigue siendo de terracería y que contrasta con las casas de tres y dos niveles. «Pirata Discoteca Móvil», se lee. Entre los contactos destaca un número, inicia con +1, el código de área de Estados Unidos.
Dentro de esas paredes amarillas y portones verdes vive doña Flori. Ella habita en una comunidad quiché en la que sus vecinos han dejado ir a familiares hacia el norte con la esperanza de encontrar oportunidades.
Abrió las puertas de su casa para contar su historia y cómo ha sido para su familia recibir remesas desde hace tres años.
Florinda recuerda a su hijo, Byron Benjamín, quien emprendió un cuarto intento de llegar a Estados Unidos hace más de tres años. / Laura Garcia
Nace Pirata Discoteca Móvil
Antes de empezar, doña Flori se sienta en un banco en el centro de lo que parecía ser la sala. Con orgullo muestra sus máquinas de coser: una se la regalaron y las otras dos las compró años atrás con mucho esfuerzo. Luego, tras un largo suspiro, comienza a recordar.
Cuenta que su hijo Byron Benjamín quería ayudarla en lo que fuera necesario. Por eso, cuando ella enfermó (sufrió dos infartos y padece artritis reumatoide), él no podía soportar que su madre tuviera hasta cinco trabajos para sostener su hogar, comprar sus medicamentos y atender al más pequeño de sus hijos varones. Con este impulso, tomó la decisión de emprender el viaje sin consultarle a nadie más que a Dios, narra ella.
Doña Flori usó los últimos 40 quetzales que le quedaban ese día, compró una medallita de la virgen, se la colgó al cuello y le dijo adiós al segundo de sus hijos con la esperanza de que llegara. En tres intentos anteriores no lo había logrado.
Las noticias fueron buenas 20 días después de no saber nada de él. Lo había conseguido, ya estaba con sus tíos en Atlanta, Georgia, Estados Unidos.
Con su hijo mayor lejos de casa y un esposo que desde su regreso se convirtió en una sombra en la pared, doña Flori quedó al frente de un hogar que, pese a sus habitantes, se siente vacío. En uno de los cuartos vive una hija con su nieta y, en una cama que ocupa la sala, el menor, que tras un accidente quedó con daño cerebral. Ahora depende completamente de ella.
Este nuevo rol y su enfermedad la llevaron a escoger entre dejar de estudiar derecho y abandonar su sueño de convertirse en abogada, o hacerse cargo de su familia.
«En el segundo año me quedé», lamenta.
En comunidades donde el machismo impera, una mujer administrando una vivienda se encuentra en una posición vulnerable. Rigoberto Quemé Chay, antropólogo y ex alcalde de Quetzaltenango, explica que lo más común en estos casos es que las familias de los cónyuges intervengan y les quiten la facultad de administrar el dinero que les envían.
Doña Flori parece estar alejada de todo esto. Su esposo es un fantasma en casa y la familia detrás de él se ha esfumado con el tiempo. La bendición cae solamente en sus manos, pero se escurre como agua entre los dedos.
Antes de haber tocado tierras estadounidenses, Byron Benjamín ya tenía una deuda. Después de cuatro intentos de marcharse, el pago al coyote ascendió a 200,000 quetzales. Desde el primer envío, doña Flori ha tenido que usar ese dinero para saldarla.
Durante ocho meses recibió 3,000 quetzales dirigidos completamente al adeudo. Algunos meses pudo recibir 5,000 quetzales e incluso, llegó a montos mayores en un mes.
Los altos ingresos no le trajeron descanso pues tenían un destino fijo: pagarle al coyote. Doña Flori siguió limpiando casas, lavando ajeno, vendiendo en el mercado y —a pesar de la artritis— haciendo bordados porque aún necesitaba mantener su hogar.
En un año y medio acabaron con el saldo pendiente.
Los expertos consultados para esta nota coinciden en un punto, luego de pagar la deuda, quienes reciben remesas utilizan este dinero para los gastos del hogar. Al menos en un 50% según la Organización Internacional para las Migraciones.
La familia Sacalxot tenía un plan distinto al promedio, que toda esta bendición tuviera un solo propósito: comprar la discoteca móvil que Byron Benjamín siempre quiso desde que trabajó de DJ en el negocio de su tío.
Aunque por algunos meses la remesa financió algunas mejoras en la casa, el objetivo principal no salía de foco. A finales del 2022, en conjunto con su madre, Byron Benjamín decidió que era momento de hacer el préstamo para poder comprar el equipo necesario y materializar su sueño .
A diez minutos de su casa cultiva vegetales y hierbas en una parcela alquilada. / Laura Garcia
Ser DJ, una nueva responsabilidad
Como cualquier madre que quiere ver a sus hijos cumpliendo metas, doña Flori lo apoyó en todo lo que la disco móvil implicaba. Es decir, tomó más responsabilidades desde que él se fue.
No solo tenía que cumplir con los cinco trabajos que le daban el ingreso necesario para subsistir, sino también con el trabajo no remunerado del hogar, y ahora con administrar la remesa específicamente para montar esta discoteca.
Ya con el equipo en sus manos y sin generar nada todavía, se convirtió en la única empleada del nuevo negocio. En resumen, ser la DJ oficial de Pirata Discoteca Móvil es ahora su sexto trabajo.
Esto la llevó no solo a invertir dinero, sino que a usar su tiempo en ser autodidacta para entender cómo funcionan los programas en la computadora y la tornamesa. Doña Flori explica: «gracias a Dios, cuando estudié, aprendí a usar la computadora, así que tocando botones y explorando, he entendido cómo funcionan los programas y cómo se mezcla la música».
Entre risas y pena comenta que está practicando el canto para también poder brindar ese servicio.
En una pequeña pausa, el orgullo le invade el rostro con una sonrisa y la emoción se apodera de sus palabras. Con lágrimas en los ojos, se asombra de sí misma al saber que ella, una mujer enferma, de aquel cantón rodeado de fantasmas de los que han dejado sus hogares, puede trabajar detrás de una tornamesa. Pese a todo, lo logró. Byron Benjamín y ella lo lograron.
«En los números hallarás… contradicciones»
La travesía de un migrante es tan milagrosa como las aventuras que se enfrentan los héroes en las películas. La diferencia es que el final feliz es regla en las películas, aquí no.
De acuerdo con reportes del gobierno de Guatemala para septiembre del 2023, las remesas ascendieron a 12,074.2 millones de dólares, equivalentes a un 18.99% del PIB. Esto representó un aumento del 11.5% en comparación al año anterior. Los números podrían afirmar que las remesas son completamente beneficiosas, tanto para la economía familiar como para el país.
Sin embargo, Vivian Guzmán, economista, asegura que no siempre se toma en consideración el hecho de que millones de guatemaltecos han tenido que optar por la estrategia familiar de migrar por las pocas o nulas oportunidades de desarrollo.
El costo de recibir la bendición cada mes es a costillas de que el migrante tiene que dejar atrás una vida completa, empezar de cero en un lugar donde ni siquiera se habla su idioma, y hacer horas de trabajo extra para darle el soporte a su familia. Inclusive, se olvida el derecho que tiene el migrante de querer regresar a su hogar.
De igual manera, agrega que en la mayoría de casos las remesas se utilizan tal cual lo harían con el dinero si tuvieran un salario en Guatemala. Es decir, que se emplean para los gastos principales del hogar, lo que se traduce en consumo directo. Denuncia que esto se debe principalmente a la falta de acceso al sistema financiero y a la nula educación financiera.
La arquitectura de remesas, viviendas con estilos y motivos sobrecargados, es un fenómeno derivado del proceso migratorio de las últimas décadas. / Laura Garcia
DJ Pirata es un caso excepcional porque la bendición está destinada a formar un negocio y no a los gastos fijos del hogar. Pero, ¿realmente le trae beneficios a ella y su familia?.
Byron Benjamín tomó la decisión de que el dinero enviado tenía que utilizarse para comprar el equipo. Su madre, a la que no soportaba ver cargada de trabajo, quedó con la carga que esto conlleva. Aunque uno de los propósitos era quitarle responsabilidades para que ella pudiera cuidar de su enfermedad, la deuda que adquirieron al comprar los equipos sigue absorbiendo el 100% de la remesa, y aún queda un déficit.
Mensualmente, la familia Sacalxot tiene que darle a la cooperativa toda la remesa más un 66% extra de ese total. Esto quiere decir que ella tiene la tarea de conseguir lo que falta para poder cumplir cada pago. Y aunque la discoteca lleva funcionando un año, lo que reciben por evento aún no es suficiente para recuperar la inversión.
Doña Flori comentó que no todas las semanas agenda eventos para amenizar, y cuando lo hace, por lo general cobran entre 1,500 a 2,000 quetzales por la jornada. Esto representa 400 quetzales para el transporte del equipo, 100 quetzales para que el chofer del flete, su hijo pequeño y ella coman y, de ser necesario, otro poco para algún otro gasto específico del evento. Lo que queda tiene que repartirse en gastos de la casa y en medicinas o bien, sumarlo al pago de la deuda.
Entonces, ¿en qué aspectos es excepcional DJ Pirata, si como otras familias receptoras de remesas, gasta el 100% sin generar algo todavía? Para ella misma, es de mucho orgullo tener un negocio propio. Le enorgullece romper con muchos esquemas siendo una mujer maya quiché que recibe la bendición.
Byron Benjamín sueña con adquirir más equipo para la discoteca. Doña Flori, un poco nerviosa, un poco riendo, voltea a ver mientras dice que no sabe en dónde va a guardar lo que compre, pues el cuarto que utiliza como bodega, está prácticamente lleno.
No le gusta mostrar cuántas cosas posee porque ya ha tenido algunos problemas con la competencia por esto. Sin embargo, abrió la puerta de su bodega a Plaza Pública y, aunque no era la misma cara de orgullo con la que mostró sus máquinas de coser, había felicidad en su rostro cuando se colocó los audífonos para explicar cómo hace su trabajo.
Bajo este plan, doña Flori seguirá pagando deudas sin recuperar la inversión, al menos en el corto plazo. Mientras tanto no pierde la esperanza de que algún día termine de pagarla y pueda invertir en su propio sueño: una tienda de bordados.
La economista Guzmán insiste en que las plataformas para la educación financiera, sobre todo para las familias receptoras de remesas, son necesarias para poder ordenar las ideas, organizar los gastos e invertirlos.
El caso de doña Flori es excepcional, aunque no necesariamente una excepción. Creó un negocio siendo mujer y aprendió por sí sola el oficio de DJ, pero el beneficio no queda en ella, sino en quiénes les ha comprado el equipo y la cooperativa a la que le hizo el préstamo, cumpliendo así el patrón del destino de las remesas: consumo capitalizado por grandes empresas.
Mientras la música suena, doña Flori realiza una videollamada con su hijo, quien desde Estados Unidos observa lo que él y su madre han logrado. / Laura Garcia
«La vida es sueño y los sueños, sueños son»
Doña Flori poco se centra en explicar las implicaciones financieras de una inversión como esta. Mientras muestra todas las fotos que tiene de Byron Benjamin y el resto de sus hijos, explica que el éxito para ella es haber logrado lo que su hijo deseaba desde que pensó en emigrar. La felicidad la invadió al imaginarse el futuro de Pirata Discoteca Móvil.
Cada mes que recibe la bendición alimenta la esperanza de alcanzar sus sueños, continuar con los de Byron Benjamín y los de su familia. Mientras ese sueño llega, ella sigue con cinco empleos para poder mantener el hogar.
Doña Flori sueña despierta con volver a ver a Byron Benjamín y sus futuros negocios. El orgullo de realizarse de esta manera no va a dejar de existir mientras siga siendo la DJ de Pirata Discoteca Móvil.
«Es como un milagro de Dios, yo digo que es un milagro porque así lo siento yo en mi corazón», concluyó.
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