SAM_0132 Ya llevamos algo más de tres semanas en Sololá (Guatemala) muy cerca del maravilloso Lago Atitlán. Estamos aquí como voluntarios de MAIZCA, colaborando en la capacitación a mujeres indígenas y a profesionales (contratados y voluntarios).

Somos una familia madrileña (de Las Rozas) formada por 4 integrantes: Sara y Paula, de 13 y 11 años respectivamente y los papis, Nuria y Ovidio, que ya pasamos de los 40 (incluso alguno de los dos ya está más cerca de los 50). Hace un par de años soñábamos con tener una experiencia de este tipo y gracias a MAIZCA se ha podido hacer realidad. La verdad es que está teniendo muchas luces y algunas sombras.

Por empezar con las sombras, podemos destacar algunas incomodidades a las que nos  vamos acostumbrando poco a poco  (los cortes de agua sin avisar, el dormir los 4 en la misma habitación durante tantos días seguidos, el tener que ir a lavar la ropa a otra población o no disponer de una sala de estar propia para las noches).

Si comparamos estas sombras con las luces que nos está suponiendo, el saldo es claramente positivo. Realmente está siendo una experiencia que no olvidaderos en nuestras vidas, que nos está cambiando a nivel individual y que nos está haciendo re-conocernos como familia (como hermanas, como pareja y como padres e hijos).

Estamos viviendo situaciones realmente nuevas para nosotros, que nos están haciendo comprender y entender otras formas de vida, reflexionar sobre el reparto de la riqueza y la verdadera felicidad, valorar y agradecer lo que tenemos y no siempre valoramos y, sobre todo, nos están haciendo sentirnos útiles y conscientes.

En cualquier caso, el valor principal a destacar es agradecimiento. Las mujeres indígenas y sus hijos, con los que estamos trabajando, así como los profesionales, voluntarios y alfabetizadores colaboradores de MAIZCA nos están enseñando mucho más de lo que podamos ofrecerles nosotros. Por lo menos así lo estamos sintiendo, aunque ojalá este dar y recibir mutuo se acerque a un sano equilibrio.

A nivel individual cada miembro de la familia está teniendo sus retos y logros personales, a saber:

–          Sara y Paula están trabajando con niños y niñas indígenas. Han diseñado numerosos  juegos para entretenerlos, pero muchos de estos niños sólo hablan cachiquel, con el reto que para ellas supone hacerse entender sin utilizar el lenguaje. Además están apoyándonos en diseñar materiales para nuestros Talleres. Participan de las reuniones de MAIZCA aportando sugerencias realmente interesantes y, sobre todo, están viviendo cómo viven otros niños y niñas, dándose cuenta así de que su realidad no es la única ni necesariamente la mejor…

–          Nuria ha colaborado en el diseño de materiales, en las reuniones de MAIZCA aportando sugerencias y ofreciendo compromisos y apoyando a Ovidio en algunos de sus Talleres. Su mayor reto ha sido impartir un Taller por primera vez. Fue a mujeres indígenas sobre “Salud integral de la mujer”. Resultó algo excepcional, aunque los días previos estaba muy nerviosa. Me consta que para ella ha sido un logro y un avance personal.

–          Ovidio se ha encargado principalmente de diseñar e impartir diferentes Talleres a los profesionales y voluntarios de MAIZCA en Sololá, a alfabetizadores, así como a mujeres indígenas de diferentes colectivos (bancos comunales y comisiones de la mujer). Su principal reto está siendo adecuar los contenidos que normalmente imparte a directivos de empresas (sobre comunicación, resolución de conflictos, liderazgo y habilidades sociales) a mujeres de otra cultura, muchas de ellas analfabetas y hablando solo cachiquel (con traducción).

Nos gustaría destacar la valentía, sacrificio y motivación de estas mujeres. Para venir a uno de estos Talleres muchas tienen que desplazarse durante más de una hora (muchas  veces andando) algunas con uno de sus hijos a la espalda, dejando sus labores en casa y en el campo y algunas de ellas con la falta de apoyo de sus maridos o miembros de la comunidad.

Están atentas y participan en la medida de sus posibilidades. A algunas las cuesta realmente expresarse y hablan muy bajito. Otras ya declaran las bondades y beneficios de los Talleres que están recibiendo de MAIZCA desde el año pasado. Casi todas piensan compartir lo aprendido en sus casas y comunidades y, la totalidad, muestran agradecimiento sincero por lo recibido.

Nos sentimos unos privilegiados y estamos seguros de que lo que estamos aprendiendo cobrará mucho más valor y sentido dentro de unos meses, cuando ya hayamos regresado a nuestra casa, a nuestra rutina. Seguro que será entonces cuando realmente valoremos lo que tenemos y lo que Guatemala nos ha enseñado este verano.

Nuria, Ovidio, Paula y Sara

Voluntarios de MAIZCA en Madrid