mosaico-mujeres La asociación emeritense A.M.C.I. (Asociación de mujeres para la convivencia intercultural) es un foro en el que participan mujeres de muy diversas etnias, culturas, religiones y orígenes. Muchas de ellas represaliadas, huidas, expulsadas, obligadas a marcharse de sus países de origen por sus ideas, sus creencias, violencia de todo tipo o simplemente por el hambre, la miseria o el ansia de conseguir una vida mejor. Desde la asociación se intenta hacerles más fácil su integración en nuestra sociedad.
Hace tiempo que no me invitan a participar; temo que también les hayan retirado la subvención. Ya se sabe, en época de crisis, lo primero que se corta es el dinero solidario. Como si a los pobres las dificultades económicas no les afectaran. Debe ser que notan menos las carencias. Total, pensarán nuestros próceres, ya deberían estar acostumbrados.
En anteriores reuniones “las autóctonas” intentamos comprender, ayudar, a veces orientar y sobre todo servir de correa de trasmisión para que, al menos los que nos rodean, no se olviden de que ellas existen. Pero, a pesar de la buena voluntad, no es infrecuente que un tufillo de superioridad sobrevuele el foro. Si te descuidas, piensas que las tremendas dificultades con las que se encuentra una mujer africana, negra, musulmana, que no domina el idioma y no conoce las costumbres del país; son cosas que solo pueden pasarles a ellas. A nosotras nunca. Si te descuidas, la prepotencia de ser la cultura dominante nos empuja hacia la trampa de la condescendencia y nos ofusca la capacidad de análisis. Si no te descuidas:
– Conmueve escuchar a una mujer sudamericana cuando nos cuenta cómo se desdobla para mantener sus raíces, para que sus hijos no olviden sus orígenes; al tiempo que lucha por que se integren en este, su nuevo mundo. Sin embargo es un discurso totalmente semejante al que escuchábamos hace unas décadas en cualquier pueblo de Extremadura, cada vez que una familia emigraba a Alemania. Y fueron muchas.
– Asombra la humildad con la que una mujer del Este Europeo, culta, con una formación académica de primer orden, se adapta a trabajos sin cualificación alguna y es tratada como si de una analfabeta se tratara. Menos mal que a los muchos profesores y sabios que el franquismo exilió de esta España nuestra, los recibieron de mejor modo en las Américas. Aprovechando de paso su tremendo potencial cultural para enriquecer el país que los acogió, en lugar de hacerlos trabajar de pinches de cocina.
– Llama la atención cómo una subsahariana con trabajo (rara avis), nos explica lo difícil que le resulta convivir con un marido que se ha quedado en el paro y tiene que asumir que ella es ahora la que sostiene a la familia, la que ha aprendido mejor el idioma, sabe relacionarse y moverse en este mundo mucho mejor que él y evidentemente, le supera en casi todo. Claro, a nosotros eso no nos pasa. Nosotros ya hemos asumido, sin problemas, que pasado mañana la arquitecta será la mujer y el aparejador el hombre; ella la jefa de servicio y él el auxiliar de clínica; ella la comercial brillante (todo el día de viaje) y él en casa cuidando de los niños. Seguro que a nadie le extraña que, si esa pareja se rompe, él se quede en la casa familiar con los niños y ella se vaya a un apartamento y pague la pensión al exmarido (“al vago ese” como diría la suegra). Seguro que todos los españolitos asumen sin despeinarse que su mujer les supere o les abandone, con una sonrisa en la boca y deseándole felicidad. Son otros los que las maltratan o las matan. Faltaría más.
Y es que claro, nosotros somos una raza superior, equilibrada, poderosa, evolucionada. Solo hemos tardado miles de años en llegar a donde estamos y ahora pretendemos que individuos de sociedades con un retraso socio-económico-cultural de centurias, se adapten a una nueva cultura en menos de 3 meses y si no lo hacen, es que son tontos.
Nos olvidamos de que el homo sapiens, origen de todas las razas y pueblos del mundo actual, procede de África.
Mérida, 8 de julio de 2010

Olga Sánchez García.