MARÍA DIÉGUEZ, BARCELONA
13/08/2018

Catorce mujeres tuvieron la valentía de denunciar los abusos a los que estuvieron sometidas durante seis años por los militares Francisco Reyes y Heriberto Valdéz

Catorce medallas de reconocimiento han recibido las abuelas de Sepur Zarco por parte del Ministerio Público de Guatemala justo cuando se cumplen dos años de la sentencia que llevó a los militares Francisco Reyes y Heriberto Valdéz a 120 y 240 años de prisión, respectivamente. Las acusaciones por violencia sexual, esclavitud doméstica y asesinato, crímenes que cometieron entre 1982 y 1988, desembocaron en la sentencia resuelta el 26 de febrero del 2016.

Catorce mujeres tuvieron la valentía de denunciar los abusos a los que estuvieron sometidas durante seis años. Pero no son las únicas que los sufrieron durante la guerra interna de Guatemala por parte del ejército, primero bajo las órdenes de Ríos Montt y luego de Mejía Víctores. Los militares llegaron a Sepur Zarco, zona situada al este del país, y tras destruir las viviendas y cosechas, montaron su campamento de recreo. Los hombres de la aldea maya fueron asesinados o desaparecidos y, ellas, las mujeres, fueron obligadas a cocinar, limpiar, coser… Pero eso no fue lo peor: sistemáticamente las violaban, sin importar su edad, estado de embarazo o si acababan de dar a luz. Aunque algunas intentaron escapar a la montaña, cuando veían que sus hijos morían por culpa del hambre, regresaban a Sepur Zarco.

Es la primera vez que un tribunal nacional saca a la luz un caso de violencia y esclavitud sexual durante un conflicto armado, tipificado dentro del derecho internacional. Las reparaciones a las víctimas se han centrado en crear un centro de salud, una escuela pública de primaria y secundaria, además de becas para poder estudiar. Y dentro de estas medidas, una de vital importancia: la restitución de terrenos que fueron robados durante estos años y son la principal fuente de ingresos de esta comunidad. Unas medidas que, según Irma A. Velásquez, “se quedaron cortas”. La perita que llevó el caso judicial ha analizado que lo estipulado por los jueces no es suficiente para “reparar mínimamente la vida de ellas como mujeres que poseían familias dentro de su comunidad”.

Demecia Yat, una de las catorce abuelas, relata cómo está la situación en la comunidad tras la sentencia: “Valió la pena hacer justicia porque a cambio, nuestra comunidad mejora poco a poco”. Se refiere a la escuela que se ha creado y que alberga a los hijos y nietos de todas las familias de Sepur Zarco. Aunque aún queda mucho trabajo. El hospital aún no ha llegado y, en relación a las tierras, el pequeño avance se ha dado gracias a un diálogo entre los terratenientes y Paula Barrios, coordinadora general de la organización Mujeres Transformando el Mundo, encargada de ayudar a las abuelas a que las reparaciones judiciales se cumplan e incitar a que los dueños de las tierras estén dispuestos a venderlas. “Es importante tener la legalización de las tierras a nuestro nombre porque así podemos exigir las reparaciones” ha sentenciado Yat. “El Gobierno tiene que pagar las tierras, porque por su culpa estamos viviendo esta situación y hemos perdido a nuestros familiares”, ha añadido.

A pesar de estas pequeñas mejoras, hay un cierto sinsabor dentro de la comunidad. “Estamos contentas de haber encarcelado a dos personas culpables de todo lo que les pasó a nuestras familias –comenta una de las abuelas– pero también vemos que ellos no están muertos, siguen con vida, no como nuestros esposos, que hoy día no sabemos ni donde están sus restos”.

Después de los dos años de sentencia, Irma Velásquez ha vuelto a Sepur Zarco. Dice que las abuelas están “empoderadas” y que siguen luchando para dejar atrás lo que ocurrió. “No se comportan como víctimas perpetuas” sino como mujeres que ayudan a otras con su experiencia y ejemplo, a pesar de las dificultades económicas por las que pasan. Así, han decidido crear el Colectivo Jalok U, para tutelar a las niñas y, a su vez, vigilar que todas las reparaciones finalmente se cumplan.

Visto en LA VANGUARDIA

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