Rosenda Francisca García López ensambla su linterna durante el programa de ingeniería solar del Barefoot College en Guatemala. (Foto de Cassie Piccolo/ Barefoot College)

Mariángela Velásquez, 5 de Diciembre de 2022.

No existen obstáculos demasiado grandes cuando se tiene la voluntad de aprender para mejorar. Así lo están demostrando 10 campesinas guatemaltecas con poca a ninguna educación formal que llevarán luz a sus aldeas luego de ser capacitadas en ingeniería solar.

El epicentro de esta maravilla educativa se encuentra en Chajul, departamento de Quiché, una región montañosa del occidente guatemalteco con una larga historia de resiliencia indígena. En esa zona se cultivaba maíz desde el 3.500 a.C y allí fueron a atrincherarse para resistir la conquista cuando los españoles llegaron a Guatemala en 1530.

Ese fue el lugar elegido por Barefoot College International, una organización de origen indio que lucha contra la pobreza extrema y la reducción de la migración de las aldeas rurales a las ciudades, para iniciar sus operaciones en América Latina.

Luego de un proceso de acercamiento con las comunidades, propiciado por organizaciones aliadas como el Programa Mundial de Alimentos, fueron seleccionadas las participantes de la primera cohorte latinoamericana del programa Solar Mamas, que ya ha capacitado a unas 4500 mujeres de distintas partes del mundo en su centros en India y Zanzíbar.

La metodología Barefoot está diseñada para entrenar mujeres analfabetas o semianalfabetas, sin educación tradicional y sin un idioma común. Se basa en un sistema de codificación por colores, repetición, aprendizaje práctico y el apoyo de las entrenadoras con entornos rurales similares. Al finalizar el curso, todas las mujeres son capaces de llevar luz a sus comunidades.

“No hay atajos: las Mamás Solares calculan la resistencia, fabrican circuitos, ensamblan sistemas completos y linternas, y los instalan y mantienen ellos mismos. Están completamente equipados con las habilidades para llevar energía sostenible a sus comunidades remotas y mantener las luces encendidas en los años venideros”, dice la web de la organización.

El proyecto latinoamericano

Rodrigo París, el CEO de Barefoot College International, ha sido el encargado de trasladar los años de experiencia de la organización india a la realidad latinoamericana.

El periodista y politólogo colombiano, que comenzó como voluntario de Barefoot College en India y ya tiene 10 años trabajando en la organización, explicó a Yahoo Noticias que las participantes estudiaron de manera inmersiva porque viajaron desde sus comunidades y vivieron durante 8 semanas en el centro de capacitación de Chajul. La primera experiencia comenzó el 10 de octubre y la graduación fue el 5 de diciembre.

Las 10 participantes aprenden a instalar panales solares de 70 voltios, con capacidad para cuatro focos. (Foto Cassie Piccolo/ Barefoot College)

Además del adiestramiento técnico, durante ese internado las mujeres compartieron sus experiencias de vida, ocurrieron procesos de catarsis y de sanación de acontecimientos traumáticos, rompieron paradigmas y ocurrieron procesos de empoderamiento.

“Hay una variedad muy grande en términos de edad y de vida. Hay unas mujeres que no se han casado y otras que son abuelas, como Julieta Fernanda Tzoy, de 69 años, que tiene siete hijos y 30 nietos. La mezcla de aprendizajes y de experiencias, y de vida es muy especial”, dijo París.

Las jóvenes tienen mucha más energía, son más competitivas y van más rápido. Las mayores son más pacientes, son más visionarias y tienen más tranquilidad e inteligencia emocional. “Esa mezcla de grupos es muy buena porque unas jalan al grupo, le dan velocidad y otras le da perspectiva”.

Los equipos que usaron durante el programa son traídos de la India. París explicó que son como sus útiles escolares durante el programa. “Arman, rompen, prueban, queman, funden. Luego con el paso del tiempo los arman muy bien. Las dos primeras semanas son de muchas fallas”.

Barefoot College solicitó la colaboración de donantes aliados para financiar los equipos que las Mamás Solares ahora instalarán en sus aldeas.

“Si es una comunidad de 30 o 50 personas, tenemos ese censo previo a la participación de las mujeres en el programa para saber cuántos equipos necesitamos para buscar los aliados donantes para esos equipos. Así ellas regresan a sus comunidades y van a instalar tecnología nueva, desde cero, en cada una de las viviendas de su comunidad”.

* ¿Por qué no hay papás solares?

París dijo que la bandera de la organización es educar y construir con las mujeres y desde las mujeres. El motivo es sencillo. En un principio, los fundadores de Barefoot College se dieron cuenta de que los hombres suelen migrar a las ciudades una vez que adquieren un conocimiento o destreza. Y eso no cumplía los objetivos de capacitar a las personas para mejorar la calidad de vida y dar esperanza a los jóvenes de las regiones rurales.

“Contrariamente la mujer es como un árbol con raíces muy profundas con el lugar al que pertenece” expresa París. Al trabajar con una mujer y fortalecer sus raíces, esa mejora siempre va a trascender a su comunidad.

*¿Por qué el primer centro fue fundado en Guatemala?

El primer motivo es porque Barefoot College International se enfoca en lugares donde hay pobreza extrema y los indicadores sociales de la mayoría de los países sudamericanos han avanzado en los últimos 20 años, mientras que Centroamérica permanece frágil.

“El segundo motivo es que cuando vamos a zona pobreza con carencia de servicios nos encontramos con población indígena. Es un factor directamente conectado. Entonces tenemos que estar en un país donde la población indígena no sea solo una estadística sino que sea predominante. Y hay dos países en Latinoamérica con esas características que son Bolivia y Guatemala. Pero Guatemala tiene mayores necesidades que Bolivia”

Centro de capacitación de Barefoot College, ubicado en Chajul, departamento de Quiché, en el occidente de Guatemala. (Foto Cassie Piccolo/Barefoot College)

El otro factor es porque Guatemala es un país mediano que facilita la logística de los proyectos. “Si hacemos un viaje para comunidades en extrema pobreza en Brasil o en Colombia, México, Perú, hay que tomar un avión, luego ir en camionetas 4X4, entonces la gestión de los proyectos se vuelve muy compleja. En Guatemala viajamos 8 horas y estamos en el corazón del mundo maya”.

La idea es facilitar la participación de mujeres provenientes de El Salvador, Honduras, Belice, el sur de México porque el centro no está solo pensado exclusivamente para Guatemala, sino que tiene un carácter subregional.

*¿Cómo se eligen a las candidatas?

Barefoot College International trabaja con aliados locales. “Respetamos mucho el camino y las experiencias que las instituciones locales tienen en el lugar para nosotros sumarnos a eso. No empezamos de cero. En Guatemala tenemos una alianza muy poderosa con el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas”. Primero se visita a las comunidades para crear empatía y confianza, para legitimar el proceso y para que la decisión de quienes participen siempre sean abiertas, democráticas y transparentes.

“Siempre hay mujeres con la ilusión de participar en nuestros programas. Porque la mujer es muy sabia y visionaria y se dan cuenta que si no participan en el programa con la oportunidad que están recibiendo probablemente su situación de no acceso a la energía se mantenga. Son muy conscientes del problema y la oportunidad. Siempre tenemos candidatas. Los obstáculos surgen más por parte de los maridos o de las autoridades locales que ven en nosotros un agente de cambio para la mujer”.

*¿Por qué comenzaron con el programa solar?

“El programa que más se visibiliza y más repercusiones tiene en los medios es el solar porque cuando la mujer se capacita en ingeniería solar su aprendizaje se ve visibilizado y el impacto es inmediato. Ella aprende ingeniería solar, con el dominio de la tecnología, de los paneles fotovoltaicos, los controladores de carga, puede poner luz en su casa”, dijo París, quien agregó que es un tema muy poderoso porque con luz las personas acceden a la libertad.

Cuando las personas tienen luz tienen más horas de hacer lo que deseen. En vez de irse a dormir poco después del atardecer, las personas pueden compartir con su familia, ayudar a hacer los deberes a los hijos, prepararse con más calma para las actividades del día siguiente.

“Es muy poderoso que en el siglo XXI las personas en este planeta tengamos una protección y un acceso a ese derecho fundamental universal que es la libertad. Y la luz es una visibilización de esa libertad”.

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